La indiferencia de Estados Unidos hacia la crisis económica puertorriqueña

En medio de la peor crisis económica y fiscal que ha tenido la Isla en su historia moderna, resulta obvio que los poderes políticos, no le importa mucho lo que está sucediendo en la Isla.  Así las cosas, por primera vez en nuestra historia, tendremos que enfrentar la actual crisis nosotros solos, sin ayuda o herramientas del gobierno federal. Eso nos obligará a ser creativos, construir alianzas para articular un proyecto de reconstrucción económica de forma paralela al proceso de ajuste fiscal y de re-estructuración de la deuda.

 

Durante el proceso legislativo para aprobar PROMESA, tuve la oportunidad de visitar varias veces el Congreso, y validar la cruda realidad que hoy amplios sectores en Puerto Rico, se resisten a aceptar. El Congreso ni el poder ejecutivo, están interesados en atender los asuntos de la Isla. En mis visitas, congresistas y ayudantes, me repitieron una y otra vez, que, ante los cambios globales y la nueva realidad geopolítica, la isla no es prioridad para Estados Unidos.  “Aquí otras prioridades por encima de ustedes, como Cuba, Siria, Venezuela” me dijo un asesor de alto rango en la oficina de un Congresista.

 

El hastío y la frustración de amplios sectores en el Congreso con Puerto Rico, es evidente, y se dejó ver claramente durante la aprobación de PROMESA.  Hay que añadir en la ecuación, el hecho de que Estados Unidos tiene una deuda de $20,000 trillones, y la generosidad no abunda en estos días en Washington. “bail out” o rescates financieros, hoy son palabras ofensivas en la capital federal.

 

Sería recomendable llevar a todos los políticos locales, al Congreso y exponerlos a esta realidad, que les digan realmente lo que piensan de Puerto Rico.  Este choque con la realidad es importante para que comencemos a tomar decisiones serias sobre nuestro futuro y dejar la ficción de que el Congreso tomará acción sobre algún tema serio en torno a nuestro futuro. El pueblo también debe comenzar a entender más temprano que tarde, que estamos solos, que no habrá rescate, y que, por primera vez, tendremos que construir una solución propia a nuestros problemas.  En fin, el mensaje de Trump, simboliza la indiferencia del poder político hacia Puerto Rico.

 

Más trágico aún es el hecho de que nuestro destino está atado al cabildeo de empresas privadas con intereses económicos propios, donde el bienestar colectivo de los puertorriqueños es incidental. Hemos cifrado nuestra esperanza a futuro en la buena fe de los partidos políticos locales y nacionales, en las agendas económicas y financieras de grupos que nada tienen que ver con Puerto Rico.  Claramente, nuestro destino no es igual a la suma de las micro-agendas de esos grupos, y es hora de salir de la zona de comodidad en la que llevamos ya demasiado tiempo.