La relación entre la economía y la felicidad

Por: Mario González, Estudiante de Economía, UPR, Río Piedras
 
¿Existe una relación entre el comportamiento estratégico de los individuos y la búsqueda de la felicidad? Se presenta una mirada al concepto de felicidad desde diferentes perspectivas: la perspectiva filosófica, la perspectiva de la economía del comportamiento y el concepto de utilidad de economía. Para analizar el comportamiento estratégico de los agentes económicos, se evaluó la aplicación matemática de teoría de juegos y se definió los diferentes tipos de juegos. Si, en efecto, la utilidad puede ser vista como sinónimo de felicidad mediante la satisfacción de los placeres de los individuos que emplean estrategias que conlleven a su óptimo al aplicar la teoría de juegos, entonces existe una relación directa entre la variable felicidad y el comportamiento estratégico que asumen los jugadores al tomar decisiones interactivamente.

 

¿Podría la felicidad influir en el comportamiento estratégico de la toma de decisiones del agente económico?  Desconocemos si los individuos buscan ser felices al tomar decisiones en una economía de mercado, o si su interés es optimizar su capacidad de consumo inmediato. Identificar la relación entre la búsqueda de felicidad y el concepto de utilidad sería apropiado para poder resolver esta problemática.  Es pertinente reconocer que la utilidad de un individuo, es decir, la optimización de su bienestar no necesariamente significa lo mismo que la satisfacción del consumo inmediato.  Sin embargo, la utilidad no siempre fue vista como sustituto de felicidad en la disciplina de la Economía.  Esta se ha transformado a través del tiempo, desligándose y luego reconciliándose con numerosos marcos ideológicos y filosóficos respecto al valor apropiado de la felicidad. La polémica no se ha resuelto contundentemente, debido a la complejidad del asunto. Si se halla una relación entre la felicidad y la utilidad, podríamos evaluar si, en efecto, la felicidad influye en la manera en que los entes se comportan al tomar decisiones en una economía. Una manera de analizar el comportamiento estratégico de los agentes económicos es a través la herramienta matemática conocida como teoría de juegos.
 
La teoría de juegos es una aplicación matemática que se puede usar para estudiar la forma interactiva en que los participantes (denominados en ésta jugadores) toman decisiones que le beneficien, ya sea de forma monetaria o que conlleve a la optimización de su satisfacción. Esta dinámica se denomina teoría de ‘juegos’, ya que los participantes eligen su curso de acción en función de una serie de reglas o parámetros. Se parte de la asunción que los individuos toman decisiones racionales que conlleven a un pago óptimo, pero teniendo en cuenta, que sus contrincantes también buscan un resultado óptimo.  La teoría de juegos consiste de varios tipos de juegos y otros supuestos que no necesariamente aplican al análisis del comportamiento económico.  Algunos juegos y conceptos corresponden más estrictamente a la investigación económica. Estos ayudan a entender cómo, desde una perspectiva matemática aplicada, los agentes económicos asumen un comportamiento estratégico y toman decisiones interactivas. Es decir, el jugador obra para alcanzar un fin que es función del curso de acciones que tomen los demás jugadores. (Varian, 1999).
 
La raíz etimológica de la palabra felicidad proviene del latín felicitas que puede traducirse como “fértil”, según Rios Giraldo (Felicidad y Economía: La Felicidad como utilidad en la Economía, 2016). La felicidad puede ser relacionada a un estado de satisfacción, implicando que es algo muy personal.  El asunto se complica, debido a que no existe una felicidad absoluta, sino que es algo que determinará cada cual que la persiga.  Distintas disciplinas han buscado discernir este concepto enigmático, incluidas entre estas la ciencia, la filosofía, la psicología y la economía. Para estudiar un concepto abstracto, como lo es la felicidad, en la manera más tangible es idóneo evaluarlo desde un marco científico. Como la felicidad es determinada a un nivel individual, una forma de medirla es utilizando herramientas como el auto reporte.  Neurólogos, psicólogos u otros especialistas en el comportamiento humano pueden también llevar a cabo encuestas y entrevistas de manera científica.  Como menciona Rios Giraldo en su trabajo (Felicidad y Economía: La Felicidad como utilidad en la Economía,2016)la felicidad se define como el grado en que una persona aprecia la totalidad de forma positiva y experimenta afectos de tipo placenteros (Laynard, 2005; Veenhoven, 2001). Esto quizá implica que no es tan simple denominar a un individuo como feliz o infeliz, sino que, se estaría evaluando a qué grado o en qué magnitud se encuentra feliz.
 
Los antiguos profundizaban en el mismo supuesto desde perspectivas metafísicas que, aunque para este análisis no sean las más adecuadas, sí sería una imprudencia no tocar en ellas, al menos brevemente. Debido a su contenido rico, muchas de estas vertientes abrieron paso no solo al utilitarismo, sino también a un sin número de escuelas de pensamiento y perspectivas académicas.  Epicuro, por ejemplo, en su famosa Carta a Meneceo, dice que:
 
“de los deseos unos son naturales, otros vanos; y de los naturales unos son necesarios, otros sólo naturales; y de los necesarios unos lo son para la felicidad, otros para el bienestar del cuerpo, otros para la vida misma [y] un recto conocimiento de estos deseos sabe, en efecto, supeditar toda elección o rechazo a la salud del cuerpo y a la serenidad del alma, porque esto es la culminación de la vida feliz” (Castaño 2016).
 
Una manera de interpretar la posición de Epicuro en cuanto a la felicidad es que todo lo que pueda perturbar al alma priva al individuo de su felicidad, y que para esto debe preservar la serenidad de sí mismo en un sentido físico, pero a la misma vez intangible. Al adquirir la serenidad desde lo más interior del ser, esta podrá relucir hacia el exterior, y de esta manera el hombre obtiene la paz.
 
En cambio, Aristóteles veía la felicidad como un premio que solo el ser humano virtuoso tenía el privilegio de adquirir.  Existen placeres que no son del todo ‘bien’, y por ende son despreciables. Quien prefiera los placeres antes de la virtud es un “corrupto” (Rios Giraldo, 2016). Ya que el hombre está naturalmente atraído a obrar a favor de lo que le produzca placer, evitando situaciones que quizás no sean tan placenteras, el hombre debería tener como horizonte no el placer sino el bien.  La concepción aristotélica de la felicidad suprema se centra en la eudaimonia, que significa plenitud de ser en griego clásico. Desde esta perspectiva, un ser verdaderamente feliz es aquel que vive en plenitud (que no es solo material). Desde el eudaimonismo, el ser humano obra para realizar sus propios deseos como agente individual.
 
El campo de la economía del comportamiento se dedica a estudiar cómo los sujetos toman decisiones económicas. Utiliza recursos de la psicología para desarrollar predicciones sobre las decisiones que las personas hacen, pero muchas de estas predicciones no van a la par con el modelo económico convencional de agentes racionales (Varian, 1999).  Pero la unificación de estas dos ciencias sociales no pudo ser, sin primero reconciliar choques ideológicos respecto al conductismo. Este fue un movimiento en el campo de la psicología que buscaba desplazar el enfoque académico del estudio introspectivo de los procesos mentales al estudio ‘objetivo’ del comportamiento humano a través del uso de métodos experimentales. El conductismo hizo esfuerzos por acercar al campo de la psicología a ciencias naturales como, por ejemplo, la biología, la química y la física. (REFERENCIA) En un tiempo posterior, sin embargo, este movimiento fue rechazado y la psicología (como también la economía) recurrieron nuevamente al estudio de la vida interior. Este enfoque reduccionista concordaba con el modelo neoclásico económico en el cual los agentes en una economía son racionales que buscan mecánicamente su bienestar. Ambos modelos, sin embargo, tuvieron que ceder con el pasar del tiempo y el avance de las disciplinas.
 
“El estudio psicológico denuncia lo incompleta que es la perspectiva económica neoclásica, la cual describe un mundo poblado por agentes racionales maximizadores de utilidad que olvida muchos aspectos de la vida real como las comparaciones sociales, el gusto por la distinción o el buen nombre, la búsqueda de estatus, la envidia, la obligación moral, el autocontrol, el arrepentimiento, las tentaciones de corto plazo, los errores de información o los problemas de inconsistencia temporal. (Rios Giraldo, 2016 p. 119-120)
 
No obstante, la economía también ha realizado aportaciones significativas al estudio de la felicidad con los trabajos de economistas clásicos como Adam Smith, quien en “La riqueza de las naciones”, (1776) dejó plasmada la idea que de los esfuerzos de seres humanos individuales se organiza orgánicamente un bien social.  Este también aportó al estudio del comportamiento humano en su obra “La teoría de los sentimientos morales”, (1759).
 
El odio y la ira son el mayor veneno para la felicidad de una mente buena. Nuestra felicidad o infelicidad, entonces, depende básicamente del espíritu […] Las reglas que sigue la naturaleza son apropiadas para ellas y las que sigue el hombre lo son para él, pero ambas están calculadas para promover el mismo gran fin, el orden del mundo y la perfección y la felicidad de la naturaleza humana (Smith, 1759, p. 298)
 
Jeremy Bentham, quien es considerado el padre del utilitarismo, comparte en su obra “Introduction to the Principles of Morals and Legislation”, (1789) la perspectiva hedonista de Epicuro, donde el único bien es el placer, y el único mal el dolor.  Bentham sostenía que el interés propio de cada individuo debía ser conforme al interés general, y que el bienestar social consistía de la suma de todos los intereses individuales. Para Bentham, la utilidad social es la cúspide del altruismo.
 
John Stuart Mill, quien sin duda alguna fue altamente influenciado por las ideas de Bentham, amplió esta teoría. Mill, en su trabajo “El Utilitarismo”, (1861) se refiere a la utilidad como “greatest-happiness principle”. Mill concuerda con Bentham en que un individuo debe obrar siempre por el fin de generar el mayor nivel de felicidad posible a la mayor cantidad de personas. Difiere, sin embargo, en que no debemos perder de vista al principio de la racionalidad, y en que no todos los placeres son iguales.  Mill sostenía que existían placeres más elevados que otros, como los placeres intelectuales y morales.  De esta manera, Mill establece una conexión muy clara entre lo que es la felicidad y la satisfacción:
 
“es mejor ser un ser humano insatisfecho que un cerdo satisfecho; mejor ser Sócrates insatisfecho que un necio satisfecho. Y si el necio o el cerdo tienen una opinión diferente es porque solo conocen su propio lado de la cuestión” (1863).
 
A partir del siglo XX la utilidad sustituye a la felicidad en el campo de la economía, impulsado por cambios como la revolución conductista, la formalización matemática y la revolución ordinalista.  Esto duró hasta que surgió nuevamente el interés de estudiar la felicidad, tanto desde el punto de vista económico como del psicológico.
 
La formulación económica de la utilidad se separa en dos campos distintos, aunque en el fondo son complementarios. En primer lugar, una es conocida como la utilidad cardinal, que se mide estimando el ingreso del individuo en función de las distintas curvas de indiferencias donde se ordenan sus preferencias en bienes y servicios.  A cambio, la utilidad ordinal o está determinada por las variaciones y cambios en patrones de consumo.  Aunque no sean conceptos necesariamente separados, el análisis económico opta por utilizar más la utilidad ordinal que la cardinal.  El comportamiento estratégico que asumen los individuos tomando decisiones interactivas recíprocas guarda una relación más clara con la utilidad ordinal.
 
Entonces, si la utilidad se puede ver como sinónimo de felicidad mediante la satisfacción de los placeres del individuo, ¿de qué manera esto se relaciona con una aplicación matemática?  La teoría de juegos consiste en un conjunto de participantes que emplean estrategias que determinan la utilidad máxima que cada jugador puede obtener. El resultado final del jugador depende, además de la capacidad racional, de las estrategias que ejecuten sus contrincantes para obtener el mismo fin.  Los ‘juegos’ tienen reglas que le permiten o limitan a los jugadores emplear nuevas combinaciones de estrategias para adquirir un nuevo equilibrio.  ¿Qué tipos de juegos son indispensables para analizar si, en efecto, la felicidad puede influenciar en la manera que los consumidores toman decisiones asumiendo un comportamiento estratégico para adquirir la felicidad?
 
Los elementos que se mantienen constantes en la teoría de juegos son varios. En primer lugar, los jugadores van a ser motivados por obtener los mejores pagos posibles, maximizar su nivel de utilidad o la adquisición de su bienestar máximo. En segundo lugar, las acciones son todas las posibles alternativas que un jugador puede adoptar en cada momento que tiene que tomar una decisión. Lógicamente, el jugador respetará el principio de racionalidad, que indica que éste optará por las decisiones que conlleven a maximizar su utilidad. Los otros jugadores están motivados por el mismo fin y tomarán también cursos de acción donde adquieren sus niveles óptimos de utilidad. En tercer lugar, la información es el grado de conocimiento del que se dispone en cada momento acerca de los valores de las distintas variables, es decir, el conocimiento de cómo se ha desarrollado el juego y de las acciones o estrategias que los otros jugadores han optado ejecutar para vencer a sus contrincantes.  En cuarto lugar, los pagos o recompensas representan la utilidad que obtendrán los jugadores al culminar el juego. Es importante establecer que los pagos o recompensas no necesariamente serán valorizados en términos monetarios. Finalmente, el equilibrio es el conjunto de estrategias que determinan el fin del juego.
 
Existen varios tipos de juegos que se aplican al análisis económico, como los juegos cooperativos y no cooperativos. En los primeros, los individuos o jugadores pueden interactuar entre sí y mediante negociaciones adoptar una estrategia en común. En el segundo, los jugadores adoptan la mejor estrategia que le generará mayor satisfacción sin comunicación con los otros jugadores. El más utilizado para ilustrar ambos tipos de juegos es el ‘Dilema del Prisionero’, que consiste de dos individuos que la policía sabe que están involucrados en un delito grave. Aunque no tienen pruebas para enjuiciarlos por éste, sí poseen la evidencia suficiente para enjuiciarlos por un delito menor. La policía procede a encarcelar a ambos individuos en celdas separadas, para luego interrogarlos de manera individual y comprobar sus sospechas. Ante esta situación, una serie de opciones se le presentarán a los sospechosos, y éstos tendrán que tomar una decisión. La policía le propone a cada uno individualmente que delaten a su compañero y, como recompensa, se le perdonará y será liberado, mientras que el delatado será encarcelado.  Ambos incriminados tienen el conocimiento de que, si ninguno delata al otro, serán encarcelados de todos modos debido a la evidencia que tiene la policía sobre el delito menos grave.
 
Otro tipo de juego son los de suma cero (zero sum) (Varian, 1999). En éstos solo un jugador podrá optimizar su ganancia, gracias a las pérdidas de los otros. Este tipo de juegos no es muy útil, ya que en la mayoría de los casos reales las ganancias de uno no necesariamente representan las pérdidas de otro. Por ejemplo, en el caso de un vendedor que tenga un bien que no valora, y hay un comprador que lo valora, el vendedor y el comprador ambos llevarán a cabo una negociación en la cual recibirán una ganancia que les genera utilidad.
 
Otros tipos de juegos son los simétricos y asimétricos. En los juegos simétricos, la estrategia de todos los jugadores será la misma. En los asimétricos, a cambio, las estrategias adoptadas por los jugadores serán distintas.  Por último, están los juegos repetitivos, donde las situaciones se repiten más de una vez y cada jugador podrá tomar distintas estrategias al aprender de las decisiones tomadas por sus adversarios. Ejemplo de ello se encuentra en el dilema del prisionero si la situación se repite.  Ambos ‘jugadores’ podrían cambiar sus decisiones luego de observar las estrategias del otro. Como resultado, ambos llegarán a su situación óptima, ya que confesarán.  Esto resultaría en un beneficio para ambos. Este tipo de juegos se puede considerar como cooperativo. Los más pertinentes para nuestro análisis son los juegos no cooperativos, ya que en estos los individuos buscarán su interés propio y planificarán su estrategia de forma independiente, sin saber la estrategia del otro.
 
Los individuos y otras entidades, en particular en una economía de mercado, toman decisiones en todo momento que conllevan a su óptimo, es decir, su mayor nivel de utilidad. Dicho esto, la búsqueda de Felicidad puede ser un factor importante al analizar el comportamiento de los agentes en una economía y como estos organizan sus patrones de comportamiento para alcanzar su óptimo y, por extensión, un estado de felicidad. ¿Podrá la búsqueda de la felicidad influir en el comportamiento estratégico de la toma de decisiones del sujeto? Si, en efecto, la utilidad puede ser vista como sinónimo de felicidad mediante la satisfacción de los placeres de los individuos que emplean estrategias que conlleven a su óptimo al aplicar la teoría de juegos, entonces existe una relación directa entre la variable felicidad y el comportamiento estratégico que asumen los jugadores al tomar decisiones interactivamente. ¿Los sujetos buscan ser felices al tomar decisiones en una economía de mercado, o simplemente optimizan su capacidad de consumo inmediato? Ciertamente, existe una diferencia entre utilidad y gratificación inmediata, pero ¿cómo influencia la búsqueda de la felicidad en estos dos conceptos? Son algunas preguntas que los que desean estudiar el comportamiento económico se pueden formular con tal de poder entender porque los agentes económicos asumen distintos comportamientos y decisiones.